Como película de clausura, la verdad es que esperábamos algo más de esta The Lodgers, un cuento gótico de terror muy bien rodado pero un tanto soso que no es capaz de crear miedo ni generar tensión en ningún momento.
El director Brian O’Malley, que ya presentó en Sitges hace unos años su primer largo Let Us Prey, nos cuenta la historia de dos hermanos que viven en una gran y destartalada mansión familiar en la que pesa una maldición y que le obliga a seguir una serie de reglas. Él es más conservador y sigue las normas al pie de la letra, pero su hermana sueña con escapar un día de allí.
La joven pareja protagonista lo intenta y no lo hacen mal, y O’Malley consigue un toque decadente y claustrofóbico, pero no es suficiente para la historia nos acabe de enganchar, todo muy correcto y oscuro pero carente de emoción.