Era sin duda una de las películas más esperadas de la edición de este año, el debut como director del actor Bill Watterson nos había encandilado con su tráiler y su premisa, la de un hombre que construye un laberinto de cartón lleno de trampas y se pierde dentro. Su novia y sus amigos tendrán que ir en su busca enfrentándose a numerosos peligros.
Tal y como se esperaba, el film es una deliciosa comedia surrealista en medio de escenarios de cartón y un derroche de imaginación. Los personajes se van adentrando dentro del laberinto asombrándose de lo grande que es por dentro, con momentos absolutamente delirantes y como juega con los diferentes escenarios, autenticas obras de arte en algunos casos
Vale que la cosa va decayendo una vez perdido el factor sorpresa en su segunda mitad, algo que es perfectamente entendible, pero no hay que negarle que se trata de una de las propuestas más frescas e imaginativas del año.