El debut de Yayo Herrero es una de las películas más flojas vistas este año en Sitges, un survival en los bosques de los Balcanes que como survival no aporta nada nuevo y que como crítica a la guerra se acaba saldando con un simple bosnios buenos, servios malos.
Herrero no para de engañarnos una y otra vez con escenas que luego acaban siendo sueños o imaginaciones, lo cual resulta hartamente fastidioso, y para colmo alarga hasta lo inconcebible escenas como un hombre con un arma apuntando a la nada en la oscuridad, otra escena arrastrando un cadáver durante un buen rato, y otras más.
No funciona ni como survival ni como film que pretende hacer crítica a la guerra y a sus consecuencias, con unos personajes simples y un final pretencioso para rematar la faena que resulta del todo absurdo.