Creo que ya lo he escrito en alguna ocasión, pero no está de más repetirlo, que Rob Zombie como director no me parece la maravilla que parece ser en Sitges quieren vendernos, aunque reconozco que a mucha gente le pueda encantar. Su última propuesta es un sencillo survival que de nuevo protagoniza su mujer en el que unos feriantes se ven atrapados en un macabro juego en el que deben sobrevivir al ataque de una serie de asesinos durante 12 horas.
Zombie no se ha matada demasiado con la propuesta, tras la obligada presentación de los personajes los primeros minutos, que me parece de lo peor que he visto en tiempo, nos lleva hasta una antigua fábrica donde se les explican las reglas del juego y un grupo de gente adinerada disfrazados con trajes victorianos hacen apuestas a ver quien logra sobrevivir más tiempo a la par que van desfilando asesinos.
Choca bastante que el film se ambiente en 1976 (si no me equivoco), y que en ningún momento se nos explique como hacen los que apuestan para ir sabiendo quien muere y quien no, ya que no se ven cámaras ni a gente observando el juego, pero bueno, es un detalle que podría pasar por alto, no hace falta tampoco ser demasiado quisquilloso.
La gracia del film es el desfile de asesinos pintados de blanco que van circulando, que yo creo que son deliberadamente ridículos, ese enano nazi hablando castellano es la pera, y del resto tan solo se salva un contundente Richard Brake como Doom-head, el único capaz de generar algo de miedo y respeto. Zombie tiene poco presupuesto y rueda las escenas de acción con planos rápidos y muy cercanos en los que apenas te enteras de nada. Muy mal hay que hacer un survival para que no sea como mínimo entretenido, y Rob Zombie llega a esos mínimos pero no le busquemos mucho más.