Alexandre Bustillo y Julien Maury dejan de lado su estilo gótico y más estilizado para adentrarse en un film de terror ambientado en los suburbios y protagonizado por tres chicas que sin querer invocaran a una entidad maligna, la Kandisha que da nombre al film, que empezará a matar a todos los hombres que conocen hasta que sacie su sed de venganza o puedan pararla de alguna manera.
Los directores nos ofrecen un film multicultural de inmigrantes que se mofan entre ellos de sus distintos orígenes y nos muestran este tipo de vida marginal en un barrio lleno de grandes edificios de pisos que parecen enjambres de humanos en plena ciudad. Pero esta apuesta por hacer algún tipo de queja o de reivindicación se va diluyendo hasta quedarse en nada una vez nos vamos adentrando en lo sobrenatural.
De lo más destacable que encontramos en esta Kandisha es sin duda como va aumentando el grado de violencia y gore en las muertes a medida que avanza, alcanzado cotas bastante cafres para regocijo del público de este Festival. Pero a parte de eso, parece un film realizado con el piloto automático en donde incluso su figura sobrenatural llega a resultar algo ridícula en vez de dar miedo, su invocación es a lo Candyman, y en su origen tampoco es que se hayan matado mucho.