Mosquito State nos lleva hasta el año 2007 y nos presenta a Richard Bocca, un analista de datos financieros de lo más extraño, un tipo tímido y bastante antisocial, que aparece en una fiesta de la empresa cuando normalmente nunca va a ninguna. Allí se encuentra con Lena, la hija del jefe, que hastiada de la fiesta y de algunos compañeros pesados, decide irse con Bocca a su casa. Pero no solo viene la chica, también viene con él un mosquito atrapado en el cuello de su camisa, que será el principio de una loca inspiración para un nuevo programa.
Empezamos con unos títulos de crédito geniales donde se nos muestra el ciclo vital de un mosquito desde su nacimiento, algo que luego nos servirá de guía cuando estos empiecen a multiplicarse en casa de Bocca. El film se va desarrollando de forma cautivadora, vemos como nuestro protagonista, un Beau Knapp que realiza una gran performance, se va obsesionando con los mosquitos a la vez que su programa empieza a detectar unos preocupantes patrones en los mercados.
Filip Jan Rymsza se inspira en Cronenberg para ofrecer un relato de paranoia y excentricidad que toma como eje central a un enjambre de mosquitos y como Bocca se inspira y se apasiona con ellos. Supongo que lo que quiere contarnos es alguna clase de paralelismo entre los mosquitos, el sistema financiero y algún tipo de problema de identidad del personaje central, pero su director no acaba de concretar ninguno de estos aspectos y nos deja con algo tan abstracto y tan abierto en su final que no hay manera de saber que es lo que quiere contarnos. Eso sí, cuenta con una muy buena realización y con unas potentes imágenes, el apartamento donde se centra buena parte de la acción es frio y austero, un perfecto escenario para la historia, que transcurre entre vinos y mosquitos, pero que al final no sabemos hasta donde quería llegar.