Segunda película de Brandon Cronenberg, que nos ofrece un thriller de ciencia ficción de asesinos a sueldo que se introducen en la mente de otras personas, y que desde luego nos ha dejado a todos con la boca abierta, y eso que no era para nada el film que me esperaba encontrar, ya que Brandon huye de convencionalismos y aprovecha la premisa para ahondar en lo que realmente le interesa, la identidad del individuo en una era marcada por la tecnología.
Andrea Riseborough es Tasya Vos, una asesina de élite especializada en ocupar la mente de otras personas para cometer sus encargos. Cada vez que regresa de un cuerpo, debe someterse a rigurosos test para determinar si su personalidad ha sufrido algún daño. Para su nueva misión, Vos tendrá que ocupar el cuerpo de Colin Tate, que interpreta Christopher Abbott, que es el novio de Ava, que es la hija de John Parse, el dueño de una gran empresa y el verdadero objetivo de Vos, que debe eliminarlos a todos, para que así la empresa pueda ser heredada por el hijastro, que es quien realiza el encargo.
Hasta aquí todo bien, y nos podríamos quedar en un thriller de acción, pero eso no lo interesa a Brandon, que quiere contarnos como Vos, quien ya lleva muchos asesinatos a sus espaldas y su mente empieza a sufrir las consecuencias, no puede mantener el control dentro del cuerpo de Colin, lo que dará lugar a una lucha de identidades por hacerse por el control del cuerpo que desembocará en una espiral de muertes y violencia.
Brandon nos mete de lleno en una pesadilla donde no escatima en gore y violencia, y donde sus dos actores principales están soberbios. Una película que sorprende por tener un desarrollo visceral y que demuestra de nuevo que Brandon es digno heredero del legado de su padre con tan solo dos películas a sus espaldas. Lo único que espero es que no tarde 8 años en volver a dirigir.