Ayar Blasco nos trae a Sitges su segundo largo de animación tras El Sol, y nos propone una curiosa mezcla de ciencia ficción de invasión alienígena con comedia costumbrista en lo que pretende ser una reflexión entre otras cosas sobre la tecnología y como esta dicta nuestras vidas.
Lava se centra en Débora, una joven que se gana la vida tatuando. Una noche, junto a su compañero de piso, el novio de esta y un amigo, se ponen a ver series. Pero la señal se corta de repente y en todos los dispositivos tan solo aparece una imagen roja con dibujos. Nadie recuerda nada de lo sucedido durante los dos minutos que dura. Además, han aparecido unas estatuas gigantes de gatos por toda la ciudad. Será el principio de la invasión alienígena más extraña y surrealista que os podáis imaginar.
Lava tiene una animación sencilla y tipo comic underground, pero que funciona muy bien dentro de la historia, que está repleta de humor y de situaciones cómicas con diálogos delirantes y absurdos en medio del caos sobre las relaciones, el amor y el sexo, donde tampoco se duda en reírse de si misma y de tener sus guiños y referencias. Y no falta acción y persecuciones de todo tipo, tanques, gatos enormes, brujas gigantes, armas extrañas y muertes violentas.
Lava dura tan poco que además se ve en un suspiro, y nos muestra una lucha entre tradición y tecnología en la que acaba por enseñarnos que cualquiera de los dos extremos son peligrosos. Quizás le encuentro a faltar un final que cierre mejor las tramas y que no sea tan abierto, pero vamos, es un mal menor en un film que se disfruta desde el principio.