Llegamos al último día del Festival, que empieza de buena mañana con el film de Clausura que este año es Never Let Go de Alexandre Aja, un relato que nos lleva hasta un mundo post-apocalíptico en el que una madre intenta sobrevivir junto a sus dos hijos con una estricta norma, nunca alejarse de la casa y para salir hay que atarse con una cuerda que los mantenga unida a ella.
Never Let Go plantea en todo momento la duda de si realmente existe algún tipo de mal allí afuera oculto en el bosque, o si es todo paranoia de la madre y no hay nada acechando y esperando a que se suelten. Los hijos son bastante diferentes, uno es más obediente y se preocupa por seguir las normas, en cambio el otro no deja de cuestionarse si lo que dice su madre es cierto y ansia la libertad y poder escapar.
Aja es capaz de conseguir un film que sabe jugar muy bien con su reducido escenario y sus tres protagonistas, creando un entorno y unas normas coherentes que se han de cumplir a rajatabla, y jugando con el espectador durante todo el metraje, plantando la duda de si es real o no esa amenaza con acciones y escenas muy concretas realizadas expresamente para eso.
Never Let Go logra mantener esa atmósfera inquietante y amenazante todo el rato, con algún que otro giro sorprendente, aunque al final no es capaz de tomar una decisión firme sobre todo el asunto y deja al espectador que decida él mismo si lo que ha visto es real o no, lo cual acaba dejando todo un tanto en el aire y al gusto de cada cual.