El nuevo film de Rodrigo Cortés es una comedia negra y satírica que nos cuenta los intentos de un hombre cansado de su vida por entrar en prisión, por lo que cada vez irá cometiendo crímenes más graves para conseguir su objetivo. Protagonizada por un gran Mario Casas, el film tiene una primera hora sublime y delirante que es todo un festival de diálogos mordaces e ingeniosos y situaciones absurdas y surrealistas.
En su segunda mitad el film se va volviendo cada vez más serio y centrándose más en el drama del personaje, que tras sufrir una tragedia busca su castigo y no tener que tomar nunca más decisiones. Sigue con su humor y sus toques, pero mucho más contenida y también mucho más cruda, llevando al personaje al límite de su obsesión, que como comprobaremos no es nada agradable.
Cortés filma una película que nos deja totalmente sorprendidos, valiente y atrevida en su humor y muy dura en su resolución lo que hace que el espectador pase de la risa y el cachondeo a la pena y la tristeza en sus dos horas de duración, lo cual no es algo fácil de conseguir. Destacar también a un inmenso José Sacristán totalmente desatado que logra tener los mejores momentos de la cinta.
Y con esto llegamos al final de mi particular Festival de Sitges de este año, casi 50 películas en 9 días con un buen nivel en general, en unos días espero regresar a la tónica habitual de noticias del blog, y con algunos cambios en camino que espero tener en breve.