Si el primer día de Festival ya nos rendimos al stop motion de Adam Ellion en Memorias de un Caracol, no se queda muy atrás esta Sauvages de Claude Barras, el director de la aclamada Mi Nombre es Calabacín, que recupera ese cine protesta de Hollywood sobre la selva y su explotación tipo La Selva Esmeralda, para ofrecernos un relato emotivo y tierno, a la vez que divertido, aunque ambientado en la selva de Borneo en Asia.
En Sauvages nos encontramos con Kéria, una niña que descubre que tiene familia indígena por parte de su madre fallecida y conoce a su primo, que viene para quedarse en el pueblo con ellos y así huir del conflicto entre su familia nómada y las multinacionales que talan el bosque. Pero Kéria y su primo acabarán finalmente en medio de la selva donde Kéria descubrirá sus raíces y se unirá a la lucha contra la destrucción del bosque.
Sin duda, junto a Memorias de un Caracol, las dos películas de animación más reivindicativas de este año en Sitges que da la casualidad que son en stop motion y que son una joya cada cual en su estilo. Esta Sauvages es quizás más apta para un público infantil, no es tan deprimente y oscura como Memorias de un Caracol, y además es una nueva lección ecológica sobre problemas que pasan en el otro lado del mundo, una tala indiscriminada de bosques que parecía algo ya olvidado de los años 80 y que vemos que sigue siendo algo a la orden del día.