The Glassworker es un film de animación que nos llega desde Pakistán y con la particularidad de estar realizado a mano. Su estilo de animación bebe un poco del anime y de Ghibli, y se ambienta en un lugar inspirado ligeramente en Pakistán en medio de un conflicto armado entre dos países y en una época victoriana.
El film nos presenta a Tomas, un maestro del vidrio, y a su joven hijo Vincent que está aprendiendo el oficio. Cuando la guerra llega a su ciudad, Tomas decide mostrarse pacifista y no participar de ella, lo que le causará no pocos problemas, sobre todo cuando su hijo se hace amigo de la hija de un coronel del ejercito recién llegado a la ciudad.
The Glassworker es otra de esas maravillas de animación con la que nos sorprende Sitges cada año, con una calidad de animación muy buena y una historia de amor y amistad entre dos jóvenes lastrada por sus padres y por la situación que atraviesa su país. La película nos muestra una época en la que la guerra y el patriotismo es lo más importante, una época en la que el arte queda relegado a un segundo plano, en la que incluso el amor y la amistad están lastradas y condicionadas por el devenir de la guerra.