Hay película en Sitges que debido al cansancio y a las horas que puedes verlas no entran, esto es así y pasa cada año cuando ves entre 4 y 5 películas al día. Y esto me ha pasado con White Plastic Sky, un film de ciencia ficción de animación al que le tenia muchas ganas pero con el que no he podido aguantar debido a su pausado ritmo, sobre todo en su segunda mitad.
White Plastic Sky nos presenta un desolador futuro en el año 2123, en el que la escasez de recursos ha convertido el planeta en un páramo sin flora ni fauna. La gente se ve obligada a vivir en el interior de una cúpulas protectoras y tan solo pueden vivir hasta los 50 años, ya que por ley, llegados a esta edad, deben someterse a un proceso en el que se convierten en un árbol. Nora es una mujer que se ha inscrito en el proceso de manera voluntaria antes de llegar a la edad, y cuando su marido lo descubre, hará todo lo posible por salvarla.
La primera parte de la película aguanta muy bien el tipo, donde nos cuentan todo lo anterior y vemos como el marido se infiltra en el lugar donde se realiza este proceso y descubrimos como sucede y como se las ingenia para buscar y ayudar a su mujer. Pero pasados este tramo, la película se encalla en diálogos y reflexiones en las que ya mi cerebro se satura y desconecta.
Visualmente es una pasada a pesar de que personalmente no soy el mayor fan de la rotoscopía, sobre todo en los rostros, que se ven un poco raros, pero todo lo demás, paisajes y escenarios, son una maravilla. Es interesante el dilema moral sobre el que nos quiere hacer reflexionar White Plastic Sky, su mensaje medioambiental es fuerte y me quedo con la espinita de que en otro momento me hubiera entrado mejor, con lo que espero recuperarla en otra ocasión.