Carlota Pereda regresa a Sitges tras haber presentado el año pasado Cerdita, su ópera prima con la que cosecho no pocos éxitos y halagos por todo el mundo. Pereda nos adentra esta vez en un terror más sobrenatural, incluso de folk horror, sobre la leyenda de una ermita en la que encerraron a los enfermos de la peste, entre ellos una niña, y les dejaron morir allí. En el pueblo se celebra cada año una representación de lo sucedido y la costumbre es que los niños dejen juguetes para la niña que murió allí encerrada.
Belen Rueda protagoniza el film como Carol, hija de una médium famosa que estaba obsesionada con la ermita en cuestión. Cuando esta fallece, en plena celebración de la leyenda, tendrá que desplazarse al pueblo, donde conocerá a una niña que ayudaba a su madre y que le pide que le enseñe a ser médium y a liberar el espíritu de la niña atrapado en la ermita.
La Ermita no deja de ser un film mucho más convencional que su debut, que empieza con fuerza y plantea un potente escenario sobrenatural en contraposición de la incredulidad de Carol, que nunca se ha creído las obsesiones de su madre, las consecuencias de las cuales le acarrean traumas desde pequeña. El problema es que a medida que avanza va enredando su trama y dando demasiadas vueltas al drama familiar, tanto de Carol como de la niña, que parece que no van a encontrar nunca el punto en común para solucionar el problema de la ermita.
Quizás esperábamos una historia que se adentrara más en el terror y lo sobrenatural y, salvo alguna aparición fantasmal que logra hacer que la cinta gane interés, no consigue destacar lo suficiente en este aspecto, quedándose claramente por debajo de lo esperado.