Este año estamos teniendo mucha producción francesa en Sitges de género, y la mayoría nos han dejado muy buen sabor de boca, como esta Vincent Debe Morir, el debut de Stéphan Castang que nos muestra una curiosa situación, la vida de Vincent se ve alterada cuando tras unos altercados descubre que hay algunas personas que quieren atacarle violentamente sin motivo alguno. No tardará en descubrir que no está solo y tendrá que aprender a vivir en este estado, cambiando su vida por completo.
El film se mueve entre el drama y la comedia, con un excepcional protagonista interpretado por Karim Leklou como un introvertido y soltero hombre maduro que ve como su vida se va al traste. Lejos de ofrecernos un film apocalíptico crudo y devastador cargado de violencia, que seguramente hubiera sido una buena opción, su director opta por el camino de la esperanza y de la comprensión en medio del caos que es perfectamente válido.
Vincent Debe Morir nos propone una reflexión sobre esta sociedad que parece abocada a la violencia y la agresividad sin sentido, algo que podemos constatar a diario sobre todo en redes sociales, y la lleva al extremo y a la vida real donde no escatima impactantes imágenes, la pelea en el campo es realmente desagradable de ver, pero también sabe encontrar personas afines y comprensivas en las que apoyarse, confirmando que en realidad no está todo perdido.