Ted Geoghegan, director de We Are Still Here, nos ofrece un pequeño film de intriga y terror sobrenatural que nos sitúa después del final de la Segunda Guerra Mundial, donde un grupo de amigos veteranos se reúne después de un tiempo en casa de uno de ellos que acaba de perder a su mujer. Cuando el anfitrión les propone hacer una sesión de espiritismo para contactar con su esposa fallecida, no solo despertarán a los espíritus, sino también a los fantasmas de la guerra y del pasado.
Sencilla pero efectiva película que transcurre prácticamente toda ella dentro de una habitación y que nos propone una especie de escape room de supervivencia con giros inesperados que pondrán a los personajes contra la espada y la pared. Un guion competente y unos actores inspirados hacen que Brooklyn 45 se convierta en un apreciable film con mucha tensión e intriga.
Al final, se trata de una reflexión sobre las heridas y secuelas de la guerra, sobre el cumplimiento del deber y la moralidad de las acciones, además de mostrarnos los prejuicios del ser humano. Quizás hay un punto en el que se vuelve un tanto repetitiva y que la trama da vueltas sobre el mismo punto, pero todo y así acaba siendo una película bastante sólida.