Este es el año que me he tragado todas las películas sin diálogos, bueno, no es que Enys Men no tenga, pero casi, muy pocos. Ya se veía venir que iba a ser un film sencillo tras ver su premisa, una mujer sola en una isla rocosa desierta que se dedica a observar una extraña flor, y tomar su temperatura cada día, y después a tirar piedras a un pozo. Así durante buena parte de la película, en la que su realizador, Mark Jenkin, va intercalando estas escenas de la mujer caminando y haciendo sus cosas con planos de piedras, de plantas, del mar, de las nubes y de paisajes varios.
Luego la cosa se va animando con visiones y deja intuir una historia de mineros muertos en una gran desgracia, cuyos fantasmas parece que rondan la isla, pero es tal el nivel de aburrimiento a esas alturas, que ya no me interesa nada de lo que me propone la película ni rebanarme los sesos intentando averiguar lo que nos insinúa su director de manera tan artística.