Este año el film controvertido en Sitges ha sido la danesa Speak No Evil, y todo ha venido a cuento de que cierto crítico bastante conocido le ponía a la película un cero por cierta escena pasada de rosca en su tramo final. Cada cual al final es más o menos sensible a ciertos temas o ciertas escenas, pero en un Festival de terror y fantástico donde hemos visto propuestas radicales como Irreversible, A Serbian Film, Martyrs o À L’Intérieur entro otras, donde durante años el reclamo de estas películas era el rumor de que había una ambulancia en la puerta para los aprensivos, pues creo que está un poco fuera de lugar quejarse por una escena.
Estaremos de acuerdo en que Speak No Evil es un film incómodo de ver y que además se recrea en ello, sobre todo en su último tramo, en el que no escatima en mostrar abiertamente su crueldad. Todos hemos vivido alguna la extraña situación de quedar con otra pareja o con gente a la que no conocemos muy bien, y hemos sentido como tenemos diferentes puntos de vista en algunas situaciones, que no congeniamos del todo y que hacen cosas que nos resultan chocantes. Pues eso es lo que le pasa a la familia protagonista de Speak No Evil, unos daneses que conocen a una familia holandesa de vacaciones en la Toscana con la que hacen migas rápidamente, ya que, entre otras cosas, ambas parejas tienen una hija y un hijo respectivamente de edades similares.
Inesperadamente, la familia danesa recibe la invitación de ir a pasar unos días a casa de los holandeses y, sin estar muy convencidos, acaban aceptando. La alegría inicial del reencuentro no tarda en volverse extraña debido a algunos malentendidos y situaciones que incomodan a los daneses. El film construye muy bien este relato de amistad que se va enrareciendo y creando una atmósfera inquietante que va creciendo poco a poco.
Me resulta más interesante toda esa buena parte de película antes de su tramo y giro final en la que se van sucediendo situaciones que te van descolocando, que luego cuando finalmente muestra sus cartas y se convierte en algo más habitual, aunque hay que decir que resuelve de manera contundente y sin concesiones, lo cual te deja con bastante mal cuerpo.