La Paradoja de Antares es el debut en la dirección de Luis Tinoco, técnico de efectos especiales que nos ofrece un pequeño pero gran film que sucede en tiempo real y en una sola localización, una sala donde nuestra protagonista, Alexandra Baeza, trabaja para el SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence), buscando señales que demuestren que existe vida más allá de la Tierra.
El film arranca con Alexandra llegando por la noche a su puesto de trabajo, con una gran tormenta amenazando el panorama y con su padre ingresado en el hospital. Pasa un tiempo hasta que se da cuenta de que hay un positivo de una señal, y ahora hay que poner en marcha el protocolo para ver si es real o se trata de una interferencia u otra cosa. Pero a la vez, Alexandra recibe una mala noticia familiar y tendrá que decidir si seguir con la comprobación de la señal o acudir a la llamada.
La Paradoja de Antares es un debate entre la razón y el corazón, entre la ciencia y los sentimientos, pero lo mejor de todo es que Luis hace que la historia sea trepidante y llena de tensión, manteniéndonos con la intriga sobre la señal y lo que le costará a su protagonista llegar a comprobarla. Y también hay que admirar lo bien que luce la cinta, realizada con muy poco presupuesto, visualmente es espectacular lo que consigue.
Me irrita un poco que en su tramo final se haga tan pesada en el tema familiar, en que cada llamada y cada personaje se dedique a recordarle a Alexandra lo mismo y ha cuestionar sus decisiones. Ya sabemos la situación, somos conscientes de ella, no era necesario ser tan redundante, al final parece todo incluso un poco forzado.
Pero ya digo, quizás es una percepción mía, y es tan solo una pequeña apreciación que para nada hace cambiar mi opinión de que estamos frente a una de las películas más ingeniosas y recomendables de este año en el Festival, que a poco que te interese un poco el tema, te va a encantar.