Poca cosa de bueno hay que decir de esta nueva vuelta de tuerca a la saga The Ring, que no consigue convencer ni siquiera bajo la dirección de su creador Hideo Nakata, que regresa a la saga 20 años después y que desde luego se nota bien poco la mano de aquel genio que sorprendió con la primera película.
Sadako recupera al personaje una vez más para actualizarlo y reencarnarlo en una niña, mientras que el hermano del la psicóloga que la trata se mete en líos con el incidente sucedido en la casa de la niña donde murió su madre en un incendio.
Una enrevesada historia que más bien parece que han tomado un guión de fantasmas cualquiera y lo han adaptado para que aparezca Sadako y colarlo en la saga, que ya poco tiene que ver con aquella cinta de video maldita con la que se dio a conocer. Más les valdría dejar la saga en paz de una vez, pero mucho me temo seguirán explotando la franquicia hasta la saciedad.
