Se iba diciendo de ella que iba a ser la One Cut of the Dead de este año, y no puedo estar en más desacuerdo, la comparación ni siquiera se aguanta por ningún lado con la genial película que triunfó el año pasado y lo que nos encontramos es una obra cutre, que esto no tendría por que ser un problema si hubiera una buena historia y tuviera gracia, pero ni una cosa ni la otra.
Nos situamos en el entorno de un rodaje de un dorama romántico que llega a su final, y en donde el asistente de director intenta por todos los medios que alguien le produzca su guión de terror. Pero el guió toma vida propia a lo necronomicón y posee al actor principal, lo que dará pie a una masacre en el set de rodaje.
Ghostmaster es una de esas películas japonesas realizada con pocos medios, con mucha sangre y con actores histriónicos, que puede tener su gracia los primeros minutos, pero que se va haciendo cada vez más absurda y más disparatada, pero en el peor de los sentidos, llegando a ser cansina y tediosa.