Seann William Scott cambia de registro en Bloodline, dejando de lado las comedias chorras para meterse en la piel de un trabajador social en un instituto de día y asesino en serie de noche que hará justicia con aquellos alumnos que van a su consulta y manifiesten síntomas de ser maltratados por sus padres.
Bloodline ahonda en los valores familiares a base de pinceladas de humor negro y con un personaje muy a lo Dexter, que habiendo padecido abusos de niño, ahora se dedica a castigar a aquellos que infligen dolor a sus hijos.
La elección de Seann William es extraña pero funciona realmente bien, da el pego como sádico asesino sin escrúpulos y sin duda acaba siendo de lo mejor de una película que no aporta nada nuevo y que basa toda su efectividad en un par de giros que son por otro lado bastante fáciles de adivinar.