El film de debut de Robert D. Krzykowski nos cuenta la historia de un veterano de guerra, que interpreta el gran Sam Elliot, que pasa sus días bebiendo whisky en la barra de un bar. En su día mató a Hitler, pero eso nadie lo sabe, y ahora el FBI lo busca para que acabe con el Bigfoot.
Visto el título y la sinopsis, cabria esperar una cinta de acción y aventuras o bien de serie B o bien desenfadada y de no tomarse muy en serio a sí misma, y al principio todo apunta a lo segundo, cuando a través de flashbacks nos va contando como el personaje se infiltró en el ejército alemán para acabar con Hitler, pero incomprensiblemente, el director acaba por ofrecernos un film de corte lento y reflexivo en el que nuestro protagonista se remonta a antes de partir a la guerra para contarnos una bonita historia de amor trágica.
Aquí claramente hay dos tipos de película y no casan entre ellas, una de corte más fantástico y de aventuras, y otra en la que se reflexiona sobre las consecuencias de la guerra y sus repercusiones en nuestro protagonista. Al final acaba pesando más la parte romántica y reflexiva, tanto que todo lo relativo al bigfoot dura poca y parece un pegote puesto en medio que no aporta nada más que ahondar en el sentimiento de culpa del personaje, pero el recurso fantástico sobra y confunde a un espectador que ya no sabe que esperar, suerte que al menos Sam Elliot tiene tablas y carisma para aguantar el tipo, de otra manera estariamos hablando de un desastre mucho mayor.