Basado en el mito de Barba Azul, un cuento adaptado de Perrault en el que una mujer descubre que su marido oculta en una habitación prohibida los cadáveres de sus anteriores esposas, Elizabeth Harvest es un thriller que sucede dentro de una casa con tan solo cinco protagonistas que mezcla ciencia ficción y terror en donde su guionista y director, el venezolano Sebastian Gutierrez, apuesta por una fotografía visual de fuertes colores rojos, verdes y azules en determinados momentos que le dan un aspecto gótico high tech a la cinta que le siente muy bien.
Elizabeth es una joven hermosa y algo inocente que se acaba de casar con un hombre mayor, un científico de renombre muy inteligente y que vive en una espectacular casa en medio de la montaña. Henry le muestra toda la casa tras presentarle a los dos sirvientes, Claire y Oliver. Elizabeth puede tener acceso a todo menos a una habitación que es su espacio personal. Evidentemente, Elizabeth no tarda en entrar en la habitación y descubre un terrible secreto.
Si algo hay que alabarle a Elizabeth Harvest es su capacidad de ir creando giros constantemente para atraparte, y de cómo la historia se va enriqueciendo a medida que vamos conociendo más sobre sus personajes y los secretos que estos ocultan. Gutierrez tira de flasbacks para ir contando la historia que rodea a los personajes y la relación oculta que hay entre ellos desvelando así poco a poco un puzle que está lleno de sorpresas.
Abbey Lee protagoniza como Elizabeth, pone su bonito rostro de pelo rojizo y brillantes ojos azules y con eso le basta para ofrecer escenas sensuales que se recrean en la belleza de su cuerpo. Ciarán Hinds y Carla Gugino tienen suficientes tablas para cumplir sin tampoco esmerarse demasiado.
Gutierrez reflexiona sobre el amor y el deseo, destapando la parte más oscura del ser humano y su anhelo por conseguir a toda costa y a cualquier precio cumplir sus sueños por encima de todo y de todos, construyendo unos personajes que acaban siendo mucho más complejos de lo que aparentan en un principio.
