Tras la estupendísima Blue Ruin, Jeremy Saulnier vuelve a incidir en un film donde la violencia es una vez más clara protagonista jugando un importante papel muy similar al de su anterior film. Saulnier nos propone de nuevo unos personajes que no tendrán más remedio que recurrir a ella si quieren sobrevivir.
Centrada en una banda de punk que se recorre Estados Unidos en busca de bolos mal pagados, estos acaban en un local de nazis dando un concierto. Justo cuando se marchan, ven algo que no debían haber visto, y se verán sin quererlo metidos en un lio y teniendo que luchar por sus vidas.
Green Room tiene un ritmo mucho más accesible que Blue Ruin y nos lleva de lleno al terreno del survival con nuestros protagonistas encerrados en la habitación de un local y afuera la amenaza que puede acabar con sus vidas, no en vano la han comparado en muchos sitios con Asalto a la Comisaria del Distrito 13.
A pesar de un guión que nos obliga en algún momento a ser un poco crédulos con lo que sucede, no hay duda de que Green Room maneja con soltura la tensión y la brutalidad de la situación, y ha sido una de las que la gente mejor hablaba en Sitges.