Bernard Rose, el de Candyman, presenta su nueva película, una revisión del mito de Frankenstein contemporanea que se queda a medias tintas en su propósito de tener un acercamiento más real en el tratamiento del monstruo que otras adaptaciones habidas.
Puedo estar de acuerdo que en lo referente a la criatura quizás sea la parte más lograda de la película, donde vemos como aprende a desenvolverse cuando le dan consciencia, es como un recién nacido pero en el cuerpo de un adulto, tiene que aprender a hablar, a comer, a distinguir sus sentidos , etc, etc.
Lo que ya no me convence tanto es un guión que deja al monstruo deambulando de aquí para allí, viviendo en la calle como un vagabundo y haciendo sus propios amigos, eso sin contar que no se muere nunca.
Luego entramos en una trama final de nuevo muy pillada por los pelos en el guión que tampoco acaba de funcionar. Es un buen intento de hacer realidad la novela centrándose en la criatura y su exposición al mundo, pero el envoltorio no me acaba cuadrando, llevarlo a la época actual creo que es un error ya que esquiva buena parte de las consecuencias de hacerlo según le conviene, y eso es lo que me acaba sacando fuera.