Después de darle unas cuantas vueltas he decidido este año cambiar el formato de las reseñas del Festival de Sitges, en vez de hacer los típicos posts de 3 ó 4 pelis, las publicaré individualmente para así poder aprovechar la puntuación en forma de estrellas que me da el tema. También he pensado que así podré ir subiendo una a una las películas y tampoco tendré que seguir un orden de visionado estricto, a pesar de que será más o menos por días como siempre.
Primer día y empezamos con la primera crónica de lo visto por la mañana rápidamente que en un rato vuelvo a la carga. Muchos cambios de entrada en el Festival este año, las colas y la zona del Auditori presentan varios cambios a la vista que ya veremos con los días si son para mejor o para peor. Por lo menos hay mucha más oferta en bebida y comida que otros años, lo cual siempre es bueno para los que nos pasamos allí los días enteros.
La película de inauguración de Sitges 2015 me deja un poco indiferente, por un lado aprecio su estética y ambientación, muy logradas, y por otro lado supone el descubrimiento de la joven Anya Taylor-Joy que es de largo de lo mejor del film, pero el guión nos ofrece momentos que no acaban de convencerme. La historia se centra en una familia en Nueva Inglaterra del siglo XVII, que tras ser expulsada de su comunidad deciden emprender una nueva vida solos al borde de un bosque.
El matrimonio y sus cinco hijos buscan adaptarse hasta que desaparece misteriosamente el recién nacido. Será el detonante que desembocará en la destrucción de esta familia aislada que empezarán a sospechar de brujería y unos de otros. En este pequeño y frágil entorno, empezarán a suceder cosas que harán que la confianza sea reemplazada por semillas de dudas y de recelo unos con otros.
El debutante Robert Eggers pone mucho énfasis en recalcar lo devota que es la familia y como rezan a todas horas, y como todo es a causa de Dios en una época donde a la mínima se te acusaba de brujería y de abrazar al diablo. El film juega con eso y con la sospecha de descubrir que es lo que sucede realmente. Con un ritmo muy lento pero preciso, lo que más me saca fuera son algunas escenas forzadas que rozan el ridículo, incluido su final que me parece un poco fuera de lugar.