Ruth es una mujer que tiene que lidiar día tras día con gente egoísta y sin respeto por nada en sus quehaceres más diarios como la cola de la compra, tomando algo en un bar, en su trabajo o en su casa, donde cada día encuentra una caca de perro en su jardín por mucho que se empeñe en indicar que allí no dejen cagar a sus animales. La gota que colma el vaso es cuando entran a robar en su casa y ve como la policía no tiene la más mínima intención de hacer nada al respecto.
Con la ayuda de un vecino rarito al que acaba de conocer, decide investigar quien está detrás del robo de su casa y recuperar lo que le han robado, adentrándose en una espiral de violencia y en un submundo surrealista que los llevará por caminos insospechados en los que dejará de ser la víctima y aprenderá de paso a pisar a los demás para conseguir lo que quiere.
Macon Blair, actor habitual de Jeremy Saulnier, debuta en la dirección con este cotidiano drama plagado de acida critica y de un negro sentido del humor con dos grandes protagonistas, Melanie Lynskey que está sublime y es un gran descubrimiento, y Elijah Wood, que cada vez lo vemos en cosas más extrañas, como en la recomendable Dirk Gently, y que no se queda atrás construyendo un personaje tran friki como entrañable.
La película tiene grandes momentos y sobre todo una gran escena final, pero el ritmo sosegado y una dirección un tanto anodina acaban lastrando en exceso algo que tiene mucho del cine de Tarantino o de Guy Ritchie, pero al que le falta dinamismo y vistosidad, porque violencia y mala leche ya tiene y de sobras.
Ya No Me Siento a Gusto en Este Mundo es una buena reflexión de esta sociedad plagada de gilipollas en la que vivimos y en la que si hubiera más respeto al prójimo otro gallo cantaría. Sus sorprendentes giros de guión y sus absurdas situaciones, así como sus dos protagonistas hacen de ella algo recomendable a pesar de los problemas mencionados.