Nicolas Cage contra animatronics es el gancho de esta Willy’s Wonderland, que efectivamente es lo que ofrece, y poco más hay que destacar de esta nueva propuesta de terror en la que Cage no pronuncia ni una sola palabra en toda la cinta, cosa que de entrada tiene su gracia pero que acaba siendo un lastre y que genera no pocos momentos ridículos, pero es que la peli en sí es bastante ridícula, con lo que tampoco es que se note demasiado dentro del conjunto.
El personaje de Cage acaba en un remoto pueblo con las cuatro ruedas de su coche pinchadas y sin posibilidad de pagar la factura de la reparación, ya que no funcionan las tarjetas de crédito en este pueblo. Con lo que su única opción será pasar la noche limpiando en Willy’s Wonderland, un local abandonado con una oscura historia detrás y en donde los macabros personajes cobran vida. Allí tendrá que sobrevivir toda la noche luchando contra estos muñecos robóticos para sobrevivir.
Simple hasta decir basta es esta propuesta dirigida por Kevin Lewis, donde además nos encontramos con el grupo de adolescentes más inútil que he visto en mucho tiempo, una panda con pocas luces puestos allí tan solo para ser presa fácil y tener una muerte horrible, aunque ni eso es capaz de ofrecernos esta Willy’s Wonderland, que es sosa incluso cuando se pone a matar.
Eso si, Cage está en su salsa, haciendo por enésima vez de tipo duro y regalándose ante la cámara con poses y miraditas, pero ni tan solo él es capaz de mantener a flote este descalabro que cada vez va a menos. Había potencial en la historia, todo y que no deja de ser una amalgama de varias cosas ya vistas como Muñeco Diabólico, para hacer algo mucho más potente y divertido, más vistoso y cafre, pero al final todo se vuelve monótono y aburrido, y eso es lo peor que le puede pasar a una película de terror como esta.
Willy’s Wonderland parece que apuesta toda su mano a Cage, y aunque desde luego es un plus, no es suficiente cuando todo lo demás hace aguas por todas partes. Tiene un inicio potente que se va desinflando a pasos agigantados hasta volverse una parodia de sí misma que va perdiendo gracia a medida que avanza y que tan solo sirve para cumplir con la cuota de nueva película de Nicolas Cage vista, y a otra cosa.