Un film protagonizado por Alexandra Daddario y Taissa Farmiga ya es más que motivo suficiente como para acercarse a él, y más si se trata de un film de misterio con un aire gótico que adapta la novela de Shirley Jackson, que no he leído, pero que es la autora de The Haunting of Hill House tantas veces adaptada al cine.
Aquí nos encontramos con dos hermanas que viven solas en una apartada mansión al cuidado de su tío en silla de ruedas y algo desquiciado, aunque no tardaremos en darnos cuenta de que en esta familia no hay nadie que este demasiado cuerdo. Cinco años atrás, un trágico suceso acabó con la muerte de los padres de ellas a causa de un envenenamiento cuya culpabilidad no quedó del todo esclarecida, pero la principal sospechosa fue la hermana mayor. A causa de este crimen, en el pueblo nadie quiere saber nada de la familia, los niños se burlan de ellas y hacer una simple compra semanal es un suplicio para la hermana pequeña.
Taissa Farmiga es la hermana pequeña, una joven que vive atormentada en constante miedo y paranoia por lo que le pueda suceder a su familia. Se dedica a realizar hechizos y conjuros de protección todo el tiempo, enterrando toda clase de cosas. En cambio su hermana, que interpreta Daddario, es todo lo contrario, parece vivir ajena a todo y encerrada en su propio mundo donde todo es perfecto. Siempre tiene una sonrisa en la cara y buenas palabras para todos en un perpetuo estado de complacencia. La aparición de un joven primo interpretado por Sebastian Stan (Soldado de Invierno), pondrá patas arriba la frágil convivencia que existía en la casa.
Aunque al principio uno empieza a intentar descubrir si lo que sucede tiene que ver con fantasmas o elementos sobrenaturales, iremos viendo que no es este el caso, que no hay nada de fantástico ni paranormal en We Have Always Lived in the Castle, y que se trata más bien de un drama con elementos trágicos y con unos protagonistas bastante estrafalarios que tiene sus mejores momentos en algunos diálogos delirantes y en ver como el primo lo flipa en colores con la manera de vivir que tienen y sus costumbres.
Buenas actuaciones de sus protagonistas, sobre todo de una Taissa Farmiga, que también tiene el papel más agradecido para lucirse, no logran que vayamos de más a menos a medida que se van descubriendo los misterios y se va descartando el elemento sobrenatural, con algún momento puntual logrado pero en definitiva una película que acaba resolviendo sus intrigas con torpeza, como sin darles demasiada importancia, y llevará a esta peculiar familia al límite que pondrá a prueba sus convicciones.