Crítica: The Monkey

Tras la sobriedad y la perturbadora puesta en escena de Longlegs, Osgood Perkins da rienda suelta a su lado más gamberro y desatado en esta The Monkey, un film de lo más irreverente e incluso políticamente incorrecto, cargado de mucho humor negro y de algunas escenas bastante sangrientas y pasadas de rosca, con ese tono siempre presente de que estamos ante algo realizado para divertir y que se sabe tomar en serio tan solo en su justa medida.

Basado en un relato de Stephen King, el film nos cuenta la historia de un mono de juguete con una maldición que cada vez que toca el tambor muere alguien de forma accidental y grotesca. Dos niños gemelos encuentran el muñeco entre las pertenencias de su padre desaparecido y no tardan en darse cuenta de lo peligroso que es, con lo que, tras intentar destruirlo sin éxito, deciden esconderlo en un lugar donde nadie pueda encontrarlo. Pero veinte años después, el muñeco vuelve a aparecer y ha causar estragos en el pequeño pueblo donde se criaron, y tendrán que regresar para acabar con la nueva ola de muertes.

Theo James protagoniza el film dejando claro que se ha convertido en un actor a tener en cuenta, ya que me ha dejado gratamente sorprendido, y lo que si que ya no es una sorpresa es Tatiana Maslany, que a pesar de su escueta presencia en la cinta, roba cada escena en la que aparece y tiene algunas de las frases más lapidarias como madre que se han oído en mucho tiempo.

The Monkey es todo un regalo a cualquier fan del terror que vaya a pasárselo bien y a reírse un rato, una de esas cintas que en Sitges hubiera causado sensación y que hubiera tenido un pase de esos en los que no te cansas de aplaudir. Eso si, hay que tomársela como lo que es, una experiencia salvaje y desenfadada con la que Perkins pretende divertirse y divertir, una propuesta alejada de su habitual seriedad y sus atmósferas tensas que nos trae a un nuevo Perkins, que a lo tonto se está haciendo una filmografía en la que no hay nada que no merezca la pena.