Anunciada en principio por Netflix como una miniserie de 3 episodios, finalmente se ha estrenado como un largometraje, pero dividido en tres partes que son tres historias diferentes con el nexo común de la misma casa en distintas épocas, pasado, presente y futuro. Y como suele suceder en casi todas las antologías, siempre nos acaban gustando unas partes más que otras, y en este caso la primera de ellas es sin duda la más perturbadora y cercana al terror, lo que deja claro que es mi preferida.
Dirigida por Emma De Swaef y Marc James Roels, el primer episodio nos lleva hasta el siglo XIX, donde una familia empobrecida encuentra un misterioso benefactor que les ofrece mudarse a una lujosa mansión que va a construir a cambio de que abandonen la pequeña casa donde viven. La familia acepta, pero acabarán descubriendo que su nueva vida no será todo lo perfecta que esperaban. En este primer segmento vemos la construcción de la casa que veremos en los otros dos, en una historia que logra conseguir una atmósfera tétrica y gótica, y con un claro elemento de terror en ella en el que nos va adentrando cada vez más hasta su inesperado final.
Llegamos al presenta en el segundo episodio dirigido por Niki Lindroth von Bahr, donde dejamos de lado a los humanos y nuestros protagonistas son ahora ratas. Nos muestra como un promotor está arreglando la casa con la esperanza de venderla y poder así pagar sus deudas, pero la casa no se lo pondrá fácil. Cuando parece que al fin está acabada, unos extraños visitantes lograrán sacarlo de quicio. Este segmento tiene algún elemento de terror, pero no acaba de explotarlo del todo, con lo que se queda un poco en tierra de nadie.
El tercer fragmento nos lleva hasta el futuro, con la casa en un escenario desolado, aislada y rodeada de agua. Dirigido por Paloma Baeza, esta vez los protagonistas son felinos. Rosa es la dueña de la casa que alquila habitaciones y tiene un par de inquilinos a los que les cuesta pagar cada mes. Su deseo es restaurar la casa, pero no tiene dinero y como no consigue que sus huéspedes le paguen no hay manera de avanzar. Finalmente tendrá que aparcar sus ilusiones y aceptar el gran cambio que se avecina. Ya no hay elementos de terror en esta historia, que trata más sobre la aceptación y que vuelve a coincidir con el resto en presentarnos a unos personajes extraños y perturbadores que irrumpen en la vida de los protagonistas para darle un vuelco y llevarla hasta otro punto para bien o para mal.
The House es una grata antología en stop motion, realizada con mucho mimo y cuidado, pero que quizás en sus historias va de más a menos, aunque en todas ellas se plantean interesantes cuestiones y situaciones. Siempre es un placer encontrarse con este tipo de animación que no suele abundar demasiado, así que es una propuesta de lo más recomendable.
