Paco Plaza, director de REC y Verónica entre otras, abandona el terror por el momento para ofrecernos un thriller rural ambientado en un pueblo de Galicia y centrado en Mario, un enfermero en una residencia de ancianos que tendrá que hacerse cargo de Antonio Padín, un conocido narco de la zona que ha salido de la cárcel por enfermedad degenerativa y ha decidido que prefiere ir a una residencia que a su propia casa, a pesar de las protestas de sus hijos, que continúan con el negocio.
No sabemos muy bien que sucede, pero está claro que Mario conoce al anciano y que su presencia despierta algo en él que casi parecía ya superado. Es complicado explicar mucho más sin desvelar nada importante, pero basta decir que Mario tiene un plan para Antonio, pero que como suele pasar, este plan se complicará y tendrá que ir improvisando sobre la marcha.
Tras una primera mitad más pausada donde Plaza nos va presentando la situación, los personajes y lo que empieza a hacer Mario con Antonio, llega una segunda mitad más movida de constantes giros y de inconvenientes que tendrá que afrontar el protagonista, a la vez que se va esclareciendo que relación guardan los dos. El trato con los chinos que los hijos del narco llevan a cabo y que acaba con el hermano pequeño en la cárcel, y con la familia debiendo una importante cantidad de dinero, no hace más que precipitar los planes de Mario y le llevará a afrontar situaciones improbables.
Luis Tosar vuelve a demostrar que es uno de los grandes actores españoles actuales, pero no solo él está magnífico en la piel de este antihéroe de claros y oscuros, Xan Cejudo que hace de Antonio Padín está soberbio como anciano que va degenerando en su enfermedad y empeorando su estado cada vez más, y los dos hijos, tanto el mayor que interpreta Ismael Martínez, que parece sacado de Miami Vice con sus camisas floreadas y el pequeño que interpreta Enric Auquer, un chaval al que no te gustaría cruzarte por la calle.
Quien A Hierro Mata es un crudo drama con tintes shakesperianos, intenso y que también bebe mucho del thriller coreano, donde los personajes son llevados a extremos en los que, como avispa que siente su final cerca y solo le queda picar como último recurso, su naturaleza los conducirá a tomar una última medida desesperada. Ni siquiera algunos giros y situaciones cuestionables logran empañar su acierto a la hora de presentar estos seres al límite que ven como su mundo se desmorona.