El reputado cineasta coreano Yeon Sang-ho, que nos dejo el año pasado alucinados con Train to Busan, sigue en su nuevo film con la acción real y se adentra esta vez en el territorio de la comedia pero sin perder de vista el drama, aunque con un tono mucho más familiar y ligero. En Psychokinesis nos encontramos con una típica trama en la que una gran empresa que quiere construir un gran centro comercial extorsiona a los pequeños comerciantes de la zona para que abandonen sus pequeños negocios.
En medio de este caos de tensión aparece el padre de una joven que regenta un restaurante de pollo frito tras muchos años desaparecidos, y lo hace con unos poderes recién adquiridos con los que intentará ayudar a su hija y a los demás comerciantes a proteger sus negocios. No voy a ser yo el que cuestione la manera en la que el protagonista obtiene sus poderes, no es realmente lo que importa y tanto da que el recurso usado sea el que es como que hubiera sido la picadura de una araña, como si no me cuentan nada, que casi hubiera sido mejor para el caso.
Esto ya nos da una idea de cual va a ser el tono del film y sus pretensiones. Poco nos vamos a encontrar aquí de la fuerza y la tensión vista en Train to Busan, ni tan siquiera de la acción trepidante de la que hacía gala su film de zombis. Hay en Psychokinesis unos efectos visuales poco vistosos y poco explotados combinados con escenas de acción de poco calado en la que no encontramos gran cosa que destacar, ya que muchos de sus efectos especiales dejan bastante que desear y ni siquiera su portentoso espectáculo final consigue hacer despertar el ánimo ni la emoción.
Lo que no ha perdido su director son las ganas de hacer crítica social con su cine, y una vez más se posiciona del lado de los más débiles, aunque aquí su forma de hacerlo sea más que evidente y utilizando una premisa mil veces vista cuyo único aliciente es ver cómo se adentra dentro del género de los superhéroes desde una mirada desde luego distinta al cine de Hollywood pero que no acaba siendo todo lo fresca que debería.
Psychokinesis se queda en un film demasiado modesto y previsible, demasiado correcto para un director que ha sido capaz de ofrecernos, tanto en sus principios en el cine animado como en su paso a la acción real, mucha más calidad, con lo que sin ser una película que quemar en la hoguera, si que supone bajar el listón dentro de su filmografía.