Crítica: Oculus

El cine de terror es quizás el género en el que más cuesta innovar y sorprender, sobre todo dentro de lo sobrenatural, donde las casas encantadas, los fantasmas cabreados y las posesiones y/o exorcismos copan prácticamente toda una producción que pocas veces acaba escapando de los tópicos. Oculus no deja de ser un film de fantasmas y maldiciones, pero con el aliciente de estar contada de una manera original con un estilo visual y montaje a base de flashbacks que le otorga un plus a una historia relativamente sencilla y con pocos personajes.

Kaylie y Tim son dos hermanos con un turbio trauma de la infancia. Tim acaba de salir de la institución mental y su hermana piensa acabar con todos sus males y demostrar lo que sucedió cuando eran pequeños. Lo tiene todo pensado y planeado al detalle, ha conseguido dar con el espejo y ha vuelto a la casa de sus padres, donde sucedió todo. Allí, junto a su hermano, grabará y estudiará todo lo que suceda para obtener las pruebas necesarias que le den la razón. Pero no todo saldrá como tenia pensado.

Mike Flanagan consigue para Oculus algo ya de entrada imprescindible, que la sola presencia del espejo de marras ya sea imponente y acojone. El film es una adaptación en largo de su corto Oculus: Chapter 3 The Man with the Plan y, como toda adaptación de corto, puede que peque de un pelín alargada, pero creo que Flanagan se desenvuelve bien dentro del limitado espacio del que dispone para desarrollar su trama.

Y es que Oculus llega a cierto punto en que los hermanos se encierran en la casa y ya todo sucede dentro de sus paredes, pero no en la misma línea de tiempo, ya que empezaremos a saber que es lo que sucedió con su familia cuando eran pequeños. Esta alternación de flashbacks le confiere al film mucho dinamismo, además de la oportunidad de explotar las dos historias y su paralelismo en el presente.

No solo pasado y presente se mezclan, sino que realidad e ilusión lo hacen también, ya que el espejo va a intentar por todos los medios desquiciar a los dos hermanos y hacerlos dudar de todo lo que les rodea. Flanagan por lo menos no acaba abusando de los golpes de efecto y los sustos, y se acaba preocupando más en crear tensión y mal rollo, como en la escena de la manzana, que la ves venir y todo y asi parece que te duele a ti.

Todos los actores están correctos en el film, me centraré en las chicas que son las que más renombre tienen, y hay que decir que Katee Sackhoff está aterradora cuando hace falta, y Karen Gillan está convincente como hermana obsesionada por el espejo. Aunque la sorpresa es el descubrimiento de la joven Annalise Basso, con una actuación brillante.

Flanagan deja muchas preguntas sin respuesta, quizás a la espera de poder ofrecernos una secuela en la que profundizar algo más en el espejo y el misterio que encierra tras él, lo cual me parece una muy buena opción y dado el recibimiento positivo que está recibiendo la cinta no me parece descabellado descartar esta solución.

Oculus apuntaba a sorpresa del año dentro del género y creo que cumple su objetivo, puede que incluso sea la The Conjuring de este año si no hay ninguna propuesta más estimulante a lo largo del año, pero el año es largo y seguro que encontraremos títulos con los que poder disputar este puesto.