Mary y la Flor de la Bruja es el primer film de animación del Studio Ponoc, claro heredero del malogrado Studio Ghibli, ya que son varios los integrantes de este último los que lo han formado. Está dirigido por Hiromasa Yonebayashi, su tercer largometraje tras Arrietty y When Marnie Was Here, y nos cuenta la historia de una chica llamada Mary que acaba de llegar a casa de sus tias en plena montaña, donde se aburre soberanamente, hasta que un día descubre una extraña flor azul que le da poderes mágicos.
Basada en el libro The Little Broomstick de Mary Stewart, Mary y la Flor de la Bruja es una clara heredera de la animación del maestro Miyazaki que conserva buena parte de los elementos que han hecho tan característico su cine, es decir, una joven en un entorno nuevo, la presencia del elemento mágico y hasta el gusto por crear criaturas liquidas y viscosas. Las referencias parecen claras, puede recordar mucho a El Viaje de Chihiro por la presencia de ese reino mágico oculto a los humanos o a Nicky, La aprendiz de Bruja por su protagonista, aunque el film claramente difiere bastante de los anteriores en su desarrollo.
Mary descubre un mundo mágico cuando es llevada a una academia de brujas, donde la confunden con una de sus estudiantes. Allí descubrirá una trama de experimentos que tiene como base la extraña flor que ha encontrado y que la convertirá en el objetivo de un par de obsesionados profesores. Aunque este mundo se presenta de lo más interesante, la película acaba dejándote ganas de saber mucho más sobre él, ya que en ningún momento llega a profundizar en esa escuela y mucho menos en los alumnos que hay allí, centrándose tan solo en dos de sus profesores y en el complot de los experimentos, con un tramo final que sabe a poco.
La animación es una de las maravillas que hay que alabar, llena de colorido y que evidentemente no se aleja mucho del claro estilo del que hacía gala Ghibli, como ya se había podido apreciar en los tráilers. Con todo esto, queda claro cuál es el camino a seguir por el Studio Ponoc, que no arriesga nada en su primer film, que quiere ser descaradamente una continuación de lo que hacían con Miyazaki, pero claro, de Miyazaki solo hay uno, y Mary está muy bien pero no llega a la altura de las obras del maestro.
De todas maneras, hay magia en Mary y la Flor de la Bruja, no tanta como seguramente hubieran querido sus responsables del nuevo estudio, pero es un paso más para seguir dando vida a productos bajo la marcada estela Ghibli que esperemos en un futuro puedan seguir ofreciendo películas igual o más notables que está.