En los avances de Kill Command ya habíamos podido comprobar que el apartado visual iba a estar muy cuidado en esta cinta de ciencia ficción, y no era para menos ya que su director es Steven Gomez, un reputado especialista de efectos visuales. Lo que faltaba por descubrir era si el resto iba a estar a la altura, pero lamentablemente se queda un poco a medias.
Kill Command está muy bien planteada en su inicio, no explica nada y deja que el espectador vaya descubriendo por dónde van los tiros. Nos presenta a Mills, una guapa ejecutiva tecnológicamente equipada que tiene que ir a investigar no sabemos muy bien el qué. Luego, con un grupo de marines, se adentran en una isla para un ejercicio de entrenamiento con robots que acaba siendo más sangriento de lo que esperaban.
Gomez nos presenta un desalentador futuro robotizado donde la humanidad depende en exceso de la tecnología, vemos como Mills lleva implantes en los ojos, que es algo que además solo se pueden permitir los de clase alta. Con pocos trazos y sin mostrar demasiado, ya vamos captando que se trata de una sociedad donde el desigualdad económica es muy marcada, donde las grandes corporaciones manejan el cotarro y donde la robotica está en pleno desarrollo.
Nos podríamos tomar Kill Command con una mezcla entre Predator y Terminator, aunque no acaba teniendo demasiado de lo que hicieron estas dos películas unas obras de culto. Plantea muy buenas ideas, con la inteligencia artificial como fondo, pero falla en desarrollarlas adecuadamente y optando por repetir la misma escena una y otra vez, la chica intenta controlar a las máquinas y los marines la acaban salvando, entrando en un bucle que no acaba de avanzar.
El apartado visual es muy bueno como ya he dicho, sorprendente para una producción de bajo presupuesto, lo efectos especiales digitales son convincentes y el diseño de los robots consigue ser amenazante y dar sensación de peligro. Le falta un poco más de dinámica y de épica en las escenas de acción, que acaban resultando algo monótonas ya que siempre es lo mismo. Por otro lado tenemos unas actuaciones de lo más justitas, tan solo se salvaría aquí Vanessa Kirby, que es una monada y que defiende su papel de manera solvente.
Kill Command apunta maneras en su primera mitad, pero da la sensación de que no han sabido arriesgar y de nuevo se opta por la vía fácil que es la de ofrecer tiros y más tiros, dejando de lado la parte más interesante del relato, la de la ciencia ficción y la de la amenaza de la inteligencia artificial en la que no profundiza en ningún momento. En total, se queda en un quiero y no puedo que podía haber dado mucho más de sí.