Inheritance nos presenta a una adinerada e influyente familia de esas típicas de Estados Unidos en las que todo parece muy bonito pero que en el fondo guarda muchos trapos sucios. Eso es lo que descubrirá la hija, una joven fiscal del distrito cuando de repente muere su padre y de herencia le deja un USB y un juego de llaves que le llevará a descubrir una parte de su familia que desconocía.
No creo que desvele nada importante, ya se veía en el tráiler, que Lauren, que es así como se llama la joven, se encuentra con un bunker oculto en medio del bosque de la propiedad que en su interior tiene a una persona atrapada por su padre, y le tocará a Lauren entrar en el juego de si debe dejar libre al hombre o bien salvar el nombre de la familia.
Inheritance nos propone un juego que podría ser interesante y atractivo si no lleváramos ya a nuestras espaldas cientos de películas del estilo, con lo que ya sabemos desde buen principio que el tipo atrapado en el bunker no es trigo limpio, y que entre todas las revelaciones que le empieza a contar a la joven, esconde alguna cosa. Lo que nos lleva a un final tan cantado que acaba resultando decepcionante en todos los sentidos.
Lily Collins y Simon Pegg son los dos protagonistas y el mayor reclamo de este thriller de poca monta en el que al menos los dos cumplen en sus respectivos papeles, aunque se hace raro ver a Pegg tan alejado de sus papeles de comedia habituales, todo apunta a que se ha pasado bastante bien sobreactuando con su extrafalario personaje. Las conversaciones entre ambos son lo más resultón de un film cuyas costuras se ven venir de lejos.
Nos queda entonces un thriller que es como un best-seller de temporada, te atrapa y te intriga con sus giros y revelaciones, de esos que se devoran página a página de manera rápida, pero que al final no dejan buen sabor de boca y se olvidan al minuto siguiente.