Buen comienzo para esta serie española de viajes temporales, parece que por fin se apuesta por un producto distinto que cumple las expectativas. Y es que si hemos sido capaces de tocar en cine ya desde hace años todos los géneros, ya tocaba traspasar esto a la pequeña pantalla, que hay público de sobra abierto y esperando una ficción televisiva hecha en nuestro país de estas características.
Y es que lo bueno de El Ministerio del Tiempo es que se parece mucho a una gran producción de cine, con unos efectos visuales que si bien no son perfectos, si que consiguen dar el pego y no cantan en exceso. También los actores están a la altura de lo que pide un guión como el que nos ocupa. Suele pasar que a veces cuesta que te creas a unos actores de sobras conocidos en una historia de corte tan fantástico, pero ambas cosas son convincentes, lo que hace que se complementen, que te creas a los actores en sus papeles y que no chirríe verlos en una historia de viajes en el tiempo.
“Todos los gobiernos tienen secretos, y nosotros solo tenemos uno.” Le dice el jefe de lugar al novato mientras le presenta el lugar, muy al estilo Men in Black, porque la serie en ningún momento pierde de vista donde estamos, en España, aquí no se ha fabricado ninguna máquina del tiempo, le dice también, solo faltaría. Sabe reírse de donde se encuentra pero sin caer en el burdo tópico del español, como ese momento en el que suelta el jefe, “Somos españoles, improvisamos”.
El Ministerio del Tiempo crea, como es normal, sus propias reglas sobre los viajes temporales y como funciona esta agencia de funcionarios, lo que supongo se irá ampliando y conociendo más en profundidad a medida que vayamos viendo más episodios, pero de entrada convence a pesar de alguna cosa que no acaba de encajar demasiado. Se dice que no pueden viajar al futuro, pero bien que unos soldados franceses llegan hasta aquí, creo que en este aspecto puede que se guarde un as en la manga.
Se combinan muy bien acción, aventuras y comedia, con varias referencias a la cultura actual que son bastante graciosas que espero se vayan repitiendo capítulo a capítulo. En esto da mucho juego el trío protagonista por ser de lo más variopinto, un soldado de los Tercios de Flandes (siglo XVI), la primera mujer universitaria (1880) y un enfermero del SAMUR de nuestro tiempo. Al principio tengo que reconocer que me ha chocado bastante el grupo, pero al final del capítulo ya lo tenia más asimilado y lo normal es que a medida que avance la serie vayamos conociendo más a los personajes y nos vayamos acostumbrando más ellos, y seguro que van cogiendo más soltura, es algo que suele pasar.
Lo que si que no me acaba de gustar es lo que dura cada capítulo, me sigue pareciendo algo largo, a ver si vamos aprendiendo aquí a reducir un poco la duración de las series y acercarnos más al mercado anglosajón donde estas acostumbran a estar entre los 40 y 50 minutos, no más de una hora.
El Ministerio del Tiempo es un típico procedimental en donde cada semana hay un nuevo caso que llevará al trío protagonista a una época distinta, mientras que de fondo ha empezado a desarrollar una trama de conspiración y traición que seguramente nos descubra nuevos secretos sobre este Ministerio que pocos conocen. A mi me ha convencido, así que la semana que viene repetiré de nuevo.
2 comentarios
El primer capítulo apunta maneras. La serie tiene buena producción y un humor que funciona muy bien, me gustó bastante el tono que han conseguido. En lo de la duración tienes toda la razón, sobraban 20 minutos fácil. TVE tiene un buen producto entre manos para sacarle partido con todo tipo de guiños: por ejemplo, se vio en los avances que aparecerá Michelle Jenner como Isabel. Algunos ya pedían en twitter un cameo de Antonio Alcántara xDD
Pues no estaria nada mal el crossover con Cuentame, jejeje, hasta en ese aspecto han dado en el clavo, el de aprovechar lo que ya tenian para darle más impetú a la serie. De hecho ya dicen que todo empieza en la época de Isabel, así que se avecina un interesante capítulo para descubrir parte del origen de las puertas.