Primera película de la etapa Dragon Ball Super y vigésima de la serie en la que nos presentan al personaje de Broly… Pero espera ¿Broly no había salido ya? Pues si, en películas anteriores en los años 90 ¿Qué pasa ahora? Pues que en la serie Dragon Ball Super se ha cambiado la línea temporal, con lo que esto ha abierto la puerta a que muchas de las cosas que ya habíamos visto vuelvan a reinterpretarse.
Solucionado este tema, vayamos con la película en cuestión, la tercera de los últimos años tras Dragon Ball Z: La Batalla de los Dioses y Dragon Ball Z: La Resurección de Freezer, y que mejora en algunos puntos lo visto en sus predecesoras ya que por un lado es capaz de dejar de banda el humor ridículo y tontorron de estas últimas y de la serie Super, y por otro lado, le sienta bastante bien el no verse en la obligación de contar con todos y cada uno de los personajes de la serie como ocurría en los anteriores films, lo cual hace que la trama fluya mucho mejor y se centre más.
El prologo del film es de lo mejor que nos ha dado Dragon Ball en los últimos años. Todo lo relativo a los Saiyans en su planeta antes de ser aniquilado por Freezer, donde se originan las historias de los diversos personajes de la saga, es una maravilla donde Dragon Ball saca partido a toda su mitología del espacio. Se reinterpreta y expande lo que ya todos sabíamos y ya nos habían contado con anterioridad, lo cual no quita que se trate de lo más interesante de lejos que llega a ofrecernos este film sobre Broly.
Y es que se trata de un film de Dragon Ball, hay lo que hay, media película es el combate contra Broly, un combate que además sigue a rajatabla las mecánicas habituales de escalada de poder y usa técnicas que ya hemos visto usar otras veces. Por mucho que visualmente se intente innovar y ofrecer aspectos nuevos en la lucha, todo acaba siendo un mover la cámara sin parar dando vueltas en círculos y un abuso del CGI que hace que haya momentos en que no te enteres de nada.
Y es que esta escalada absurda de poder de los personajes hace ya mucho tiempo que se le fue de las manos a Dragon Ball, tanto que ya no saben qué hacer con ello. Lo de los colorines en cada fase de transformación es de las la últimas ocurrencias para poder ofrecer distintos niveles de poder de forma visual de cara al espectador, pero al final no hay grandes diferencias en las distintas fases del combate, todo se limita a destrucción sin límites. Cuando tus personajes llega un momento en que pueden destruir planetas a base de golpes va a costar mucho llevarlos más lejos, y lo que es peor, ofrecer peleas coherentes y que puedan resultar visualmente atractivas sin caer siempre en lo mismo.
Hay que alegrarse del gran éxito que está teniendo Dragon Ball Super: Broly, mi sala estaba llena tanto de críos como de gente adulta, lo que demuestra que sigue habiendo ganas de ver a Goku y sus amigos, y que si hay un estreno masivo y no de cuatro salas, la gente responde. Espero que al menos sirva para reivindicar el anime y que este tenga mucha más visibilidad tanto en cines como en teles.