Crítica: Control Freak

La semana pasada llegaba a Disney+ este film de terror titulado Control Freak que se nos vendía como un nuevo body horror, ahora parece que a cualquier cosa hay que llamarla así desde el éxito de La Sustancia, aunque realmente de body horror no tiene gran cosa más allá de que a la protagonista le pica la cabeza y se rasca hasta sangrar.

Control Freak nos cuenta como Valerie, una mujer que se ha especializado en charlas y cursos motivacionales, empieza a sentir la presión de una nueva gira a punto de empezar a la vez que padece unos fuertes picores en la cabeza que hacen que incluso llegue a hacerse daño de tanto rascarse. Cuando empieza a investigar el pasado de su familia, descubrirá que su madre padeció una infección similar antes de morir y que puede tratarse de una maldición que quiere apoderarse de su mente y su cuerpo.

Kelly Marie Tran protagoniza el film y se nota que le pone ganas, pero el problema que tiene es que nos encontramos con un guion al que le cuesta arrancar demasiado, que se pasa media película tirando de sustos y de pesadillas que se hacen repetitivas, y que además no deja de tirar de tópicos del terror como luces que se apagan, lugares solitarios, insectos que aparecen y desaparecen, y sueños que se mezclan con la realidad entre otros.

Personalmente, me da mucha rabia en la películas que el/la protagonista sospecha que puede estar maldito o que hay algo sobrenatural al acecho y que cuando le ofrecen ayuda para librarse de ello la rechace negándolo. Hasta dos veces su padre le intenta advertir sobre lo que le sucede y ella pasa y se niega a escuchar, pero luego se pone a investigar por su cuenta sobre maldiciones y demonios.

Poco body horror, más bien una posesión demoníaca que se va apoderando de su cuerpo y su mente, que nos tiene más de una hora dando vueltas sobre lo mismo hasta llegar a su desenlace final, que es cuando se pone realmente interesante y perturbadora con algún momento muy logrado, pero ya hemos llegado a ese punto demasiado cansados de tanto susto, tanta hormiga y tanta pesadilla.