Nos encontramos en un futuro en el que naves espaciales se dedican a capturar criaturas en el espacio. Las hay de distintos tamaños, las más peligrosas son unas enormes criaturas de gran tamaño que aparecen de vez en cuando y que además son la puerta para acceder al espacio blanco, donde según la leyenda, los que allí se aventuran son liberados de toda impureza, tanto de cuerpo como de alma. Nuestros protagonistas son un grupo de cosechadores que ya han llenado la bodega de criaturas y están a punto de marchar para vender la carga, pero aparecen piratas que les roban la carga y los suministros, dejándolos sin nada y con la difícil decisión de volver de inmediato con las manos vacías o arriesgarse a cazar a la gran criatura.
Beyond White Space empieza con un par de prólogos que realmente a la larga veremos que no aportan gran cosa, en el primero vemos como un grupo se enfrentan a la gran criatura con nefastos resultados. El siguiente prólogo sucede años mas tarde y nos presentará al personaje del Capitán de la nave tratando de conseguir un mapa. No sabemos muy bien a que vienen, y lo peor es que costará saber el motivo por el que el guionista ha decidido que eran importantes, aunque realmente no lo son, tan solo confunden nada más empezar.
Tenemos una gran criatura en el espacio y una tripulación dispuesta a darle caza, no hay que buscar mucho para que claramente nos remita a Moby Dick, y más cuando se descubre que el del primer prólogo es el padre del capitán de la nave, donde además también está su hermano, con lo que el tema de la venganza y el personal ya lo tenemos cubierto. Por si esto no fuera suficiente, nos plantea el misticismo del Espacio Blanco y de su guardián, la criatura a la que comparan con la leyenda de un dragón chino que guarda las puertas del cielo. Con todo esto hay elementos de sobras para hacer una buena película de aventuras en el espacio, cosa que al final no acaba sucediendo.
Beyond White Space tiene dos claros problemas, uno es de guión, y el otro es de personajes. El guión nos plantea cuestiones interesantes de venganza y de obsesión a lo Moby Dick, y también cuestiones místicas sobre ese espacio blanco, pero es incapaz de sacar partido de nada de lo que propone debido a unos personajes que interactúan de manera absurda entre ellos y que muchas veces toman decisiones igual de absurdas. En vez de aprovechar las ideas que propone de entrada, el film empieza a desvariar y a introducir subtramas que no aportan nada y que no hacen más que entorpecer al resto.
La trama de la chica que sube a bordo en el último momento como controladora podría resultar de lo más atractiva por sus motivos ocultos, pero la acaban descubriendo de la manera más inverosímil y todo lo que acaba sucediendo con ella después es poco razonable. Al igual que el personaje negro, cuya trama sobre sus líos amorosos, su novia y su amante, no aporta nada, lo que acaba siendo una constante de subtramas y de diálogos que entorpecen más que otra cosa.
Eso si, al menos los efectos especiales son bastante buenos, se nota que su director, Ken Locsmandi, es un especialista en efectos visuales, y tanto los escenarios del interior de la nave, la tecnología y sobre todo el espacio exterior y las criaturas son notables para un film como este de bajo presupuesto, una lástima que el guión aporte ideas que podrían haber dado mucho juego de estar bien exprimidas en vez de abordar temas que no vienen mucho a cuento.
