Cada vez que nos llega un nuevo film animado del estudio Ghibli y sobre todo en el que participe Miyazaki hay que estar agradecidos, primero porque está gente, al igual que Pixar, no suele fallar, y segundo, porque el viejo maestro se nos retirará un día de estos, o al menos eso viene diciendo desde hace ya unas cuantas películas, y hay que saborear cada nuevo trabajo suyo como su fuera a ser el último.
Miyazaki en esta ocasión no dirige, pero si que colabora en la elaboración del guión, y de la dirección se ocupa Hiromasa Yonebayashi, que debuta con este film aunque ya lleva una larga trayectoria como animador dentro del estudio. El film contiene todas las señas de identidad de Miyazaki, todo se inicia con un viaje, el de un niño de delicada salud que se muda a una casa de campo donde su madre lo dejará al cuidado de su tía abuela, y el elemento fantástico está esta vez representado por unas diminutas criaturas que viven entre las paredes de la casa.
Todo el inicio del film es sencillamente maravilloso y vendrá a marcarnos el ritmo y el tono del film, que ya veremos que esta vez de aventura desenfrenada nada de nada, y que apunta más a que la cosa va a discurrir con mucha más calma. Asistiremos al día a día de esta familia formada por el padre, la madre y la joven hija de 14 años que espera con ansias aventurarse en el mundo exterior y que acabará acompañando a su padre en la excursión nocturna en busca de comida y materiales. El nivel de detalle, de realismo y cotidianeidad es simplemente abrumador, en tan solo unos minutos asistimos y somos cómplices del nivel de dificultad y de peligro que padecen estos pequeños seres cuyas excursiones representan su único modo de sustento y a la vez su mayor amenaza.
Arrietty, que es como se llama la joven, es pillada por el niño de la casa, quien ya avisado por anteriores historias, decide emprender la difícil tarea de hacerse amigo de la diminuta inquilina. La relación entre los dos no será fácil para ninguno, y costará que Arrietty llegue a confiar en el joven desconocido, ya que estos tienen prohibido dejarse ver por los humanos. Volvemos a incidir en otro de los temas habituales en el cine de Miyazaki, la amistad, y no nos dejaremos de lado tampoco el tema de la naturaleza, también muy presente en todo el film.
La vida de estos pequeños seres se nos presenta dura y llena de dificultades, pero a la vez tierna y llena de afecto, una familia solitaria que extraña a los de su especie y que se pregunta a menudo si quedarán muchos como ellos, y que tendrá que hacer sacrificios y arriesgarse para poder sobrevivir y salir adelante.
No creo que haga falta decir que el nivel de la animación es una vez más perfecto, plagado de detallismo y de matices de color, una delicatessen artesanal que se adapta a este mundo diminuto incluso en el efecto de la densidad del agua y otros detalles y que la música que acompaña el film es igualmente una maravilla de delicadeza y elegancia.
Arrietty se aleja bastante de la línea de los últimos films del estudio Ghibli, se trata de un drama intimista de acción muy pausada y contenida, que pretende abordar el tema con un realismo palpable y sin más elemento fantástico que el que representan la existencia de estos diminutos seres. Es sin duda un film de animación claramente encaminado al puro disfrute de los adultos que aun tiene un corazón de niño en su interior.
2 comentarios
Muy bonita, aunque a la vez algo triste/amarga. De lo más reciente de Ghibli, es la que más me ha gustado (la de Ponyo me pareció muy infantil y con una historia muy poco trabajada)
Saludos 😉
Completamente de acuerdo, un film mucho más adulto que que la anterior Ponyo y con un regusto bastante triste, si.